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Danza Butoh "Extraña dignidad de estar dispuesto a todo"


Apuntes sobre las reflexiones sucedidas en el encuentro entre

Rhea Volij (Argentina) y Yumiko Yoshioka (Japón)

Lunes 31 de octubre de 2016,

Buenos Aires, Argentina


“Extraña dignidad de estar dispuesto a todo”. Ni ganar, ni perder. Estar con la disponibilidad de las vísceras. Estar presente, en una actualidad infinita, así es cuando nos transformamos. Cómo evitar que cada transformación se fije, que no se torne absoluta. Cómo bailar creativamente, cada vez. Cómo “no expresar”. Cómo evitar que la forma se cristalice, que no se convierta en un medio de expresión. Cómo no estar en el acierto, sino en el error, es decir, en un cuerpo de la experiencia. Cómo no butohizar [1] a la experiencia Butoh.

Se trata de ser una respuesta a la majestuosidad del paisaje, tan simple y tan complejo como eso. Vida, diversidad, muerte; llave para abrir un potencial de memorias olvidadas; no tiene que ser sólo el Butoh, no es sólo él, es la vida, una circulación interna, como el ser empujados hacia algo antiguo que nos eriza la piel, movimiento que comienza siendo orgánico. Hay un punto de rescate; un punto preciso entre la coreografía y la improvisación, entre lo celestial y lo infernal, entre la vida y la muerte, entre lo insano y lo sano; existen infinitas conexiones posibles para convertirse en paisajes poéticos. Poner la “y” entre uno y otro, y no la “o”. La estructura que pueda haber en una improvisación, no es coreografía, sino camino, puente, muelle, pozo donde nos vamos deteniendo, donde vamos posando nuestra danza. Hay que resistirse a ser domesticado, a que esa improvisación que pasa por diferentes lugares no se detenga ni debilite su honestidad.

Tatsumi Hijikata hablaba de un cuerpo universal. Es importante reflexionar acerca de lo que hace a un organismo y a un cuerpo; a un diálogo y a una comunicación; a una danza y a una gimnasia; a un contacto y a una distancia. Hay distinciones y espacios entre ambos. Somos la intersección, estamos entre uno y otro. Respecto al movimiento orgánico, hay tensiones innecesarias en la danza… del otro lado estaría el intensificar ser más receptivos, el tener resonancias, la técnica cambiaría su estado de emergencia y se libraría de lo disciplinante y fijador, estaría atenta y creativa al flujo personal y contextual, llevada a cabo con improvisaciones de diferentes disciplinas, con la reducción de bloqueos y diluyendo su fragmentación, apuntando a estrategias inteligentes y sensibles de integración.

Aquí es donde el puro movimiento orgánico se separa del Butoh, y aparece el cuerpo sin órganos [2]. Composición “y” organización, cuerpo “y” organismo, movimiento orgánico “y” cuerpo sin órganos. Conexiones rizomáticas, no jerárquicas, no arbóreas [3]. Es una lucha de fuerzas, una sopa primordial integradora. Al respecto de tal armonía de las cosas, Heráclito expresó “La armonía de las cosas se encuentra en la armonía de su perenne cambio y en el continuo contraste de los opuestos”. Pólemos [4], vale tanto como guerra u oposición. Así, para él, la guerra es madre de todas las cosas y su opuesto es la “fuerza del deseo”, la tensión.

Vamos hacia la búsqueda de un intenso diálogo, y hacia el encuentro entre cuerpo y universo. Asir lo universal y lo diferente. El esplendor, el orden, el entrenamiento y la perfección en los cuerpos, como sucede en el ballet o en algunas prácticas contemporáneas -por mencionar ejemplos de colonización mundial-, están frente al estallante y visceral Butoh de la decadencia, del caos, de la espontaneidad y la imperfección, manifestaciones propias de su contexto e historicidad y de la humanidad japonesa.

“La suerte de ruptura interna de la correspondencia de todos los nervios”.

Antonin Artaud

[1] Invención del infinitivo de Butoh, que hace referencia a la fijeza de su propia cosmovisión.

[2] Gesto filosófico de Gilles Deleuze. "El cuerpo es el cuerpo, está solo y no necesita de órganos. El cuerpo no es jamás un organismo. Los organismos son los enemigos del cuerpo". Antonin Artaud, citado por Gilles Deleuze & Félix Guattari en Mil Mesetas. Ed. Pre-Textos, Valencia, 1988, p. 163 y en Francis Bacon. Logique de la sensation, p. 33.

[3] En la teoría filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica -con una base o raíz dando origen a múltiples ramas, de acuerdo al conocido modelo del árbol de Porfirio-, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro (Deleuze & Guattari 1972:13). En un modelo arbóreo o jerárquico tradicional de organización del conocimiento -como las taxonomías y clasificaciones de las ciencias generalmente empleadas- lo que se afirma de los elementos de mayor nivel es necesariamente verdadero de los elementos subordinados, pero no a la inversa. En un modelo rizomático, cualquier predicado afirmado de un elemento puede incidir en la concepción de otros elementos de la estructura, sin importar su posición recíproca. El rizoma carece, por lo tanto, de centro, un rasgo que lo ha hecho de particular interés en la filosofía. El rizoma desvanece al binarismo, abre a la multiplicidad de sentidos, nada es previsible, escapa al encapsulamiento del significante y la interpretación, cae la representación dando paso a flujos, intensidades, fuerzas.

[4] En la mitología griega, Pólemo (en griego antiguo Πολεμος y en latín Bellum) fue la personificación de la guerra y la batalla. No se le conocen prácticas asociadas a cultos o mitos en los que se le adore, y como representación abstracta de un concepto, es figura principal en los discursos alegórico y filosófico.

Yumiko Yoshioka

El cuerpo es un receptáculo de tiempo.

A través de la exploración de un estado infinito de las memorias colectivas de nuestro pasado, podemos encontrar gran cantidad de venas de abundantes caminos, enriqueciendo así la esencia de nuestras vidas. Yumiko ayuda a activar estas memorias olvidadas mediante la concentración de nuestro cuerpo interno, nuestra energía Ki (vital) y su circulación.La Resonancia Corporal es una llave para abrir el mundo interno y externo en constante cambio–metamorfosis. Basándose en el Butoh, la gimnasia Noguchi y el Juken (arte marcial china suave), encuentra la inspiración y la fluidez de la energía.“Llamo a mi danza (o trabajo corporal) Body Resonance. El mundo, nuestro cuerpo y alma incluidos, consisten en ondas vibracionales que crean resonancias constantes, como ecos. Cuando afinamos nuestro cuerpo a una cierta frecuencia, aparece una resonancia. Según la frecuencia, la resonancia es diferente. Para que esto suceda, primero es necesario librarnos de la tensión innecesaria. Hacemos un lienzo en blanco de nuestro cuerpo para pintarlo de un color nuevo. Esto lo enseño como neutralización, fomentando un estado casi cero, quitando lo oxidado y puliendo las antenas para cazar ondas de una capa profunda del cuerpo. El Butoh, para mí, activa energías corporales divergentes que normalmente no se ven o no están permitidas en nuestra vida cotidiana. Como el cuerpo es un receptáculo del tiempo, podemos evocar sus memorias olvidadas a través de la danza. El Butoh tiene la intensidad que desencadena este proceso, porque crea calor a través de la fricción y frío a través de la inmovilidad. Las transformaciones de la danza rompen la cáscara de huevo de la forma y funden la armadura del ego, mientras nuestras células rígidas y memorias selladas flotan en el líquido fundamental del tiempo. Mi taller ofrece una ayuda para disfrutar de ese proceso transformador de toda nuestra presencia.”[5]

[5] Texto de Yumiko Yoshioka publicado en condeduquemadrid.es

Rhea Volij

Pues ¿para qué alcanzar a un ser en espíritu

y no alcanzarlo en el cuerpo?

Antonin Artaud

Qué concepciones del ser humano, del cuerpo y del mundo atraviesan la filosofía y la práctica del butoh: Tatsumi Hijikata, creador del Butoh, decía que el cuerpo debe inventar las palabras para hablar de él. Creo que la concepción del cuerpo como el misterio más grande del universo, el lugar del encuentro con nuestras potencias en estado puro y a la vez atravesado por la presencia de la muerte, nos colocan frente a una visión revolucionaria en tanto revulsiva de los valores occidentales que dico-tomizan y objetifican al cuerpo. “El cuerpo es un cadáver que intenta desesperadamente tenerse en pie a riesgo de su vida”, es una célebre frase de Hijikata que se emparenta con aquellas de Artaud: “Soy de pies a la cabeza mi eje y no tengo un punto especial para apoyarme, verme es olvidar mi ser y no ver más que mis acciones. Pues el eje de mi cuerpo ni por un instante deja de cambiar”, “el ser es lo que está en movimiento y no sabe desprenderse de él porque es ese movimiento”.

En el Butoh he encontrado una danza donde pensamiento, es pensamiento del cuerpo, sentimiento es memoria del cuerpo, el cerebro mismo es parte y no control de él. El cuerpo del Butoh es anarquista, y la danza consiste en escuchar esas diferencias, esa multiplicidad de voces que lo componen.Las relaciones con Artaud no concluyen ahí, sino que se intensifican en la visión de puesta en crisis: bailar Butoh es siempre desde una puesta en crisis del cuerpo. La creación del concepto “cuerpo sin órganos” artaudiana, cuerpo sin organización, nos arrojan un mundo de relaciones y resonancias, de potencias y memoria que nos aleja de la organización y la función. Y esto alcanza no sólo al ser humano sino a él como tejido indisoluble de todo lo existente.Con esto quiero decir que indagar en el misterio del cuerpo es indagar en los misterios del cosmos. Bucear en la memoria que guarda nuestro cuerpo es despertar presencias que atraviesan el plano personal para develar la singularidad de la experiencia humana.

En el Butoh los sentimientos no tienen demasiada importancia; ellos siguen siendo un devaneo mental, una reflexión sobre sí, una apreciación personal sobre el puro acontecimiento.Confiar en la escucha que lleva a la danza exige entonces la muerte del ego, la presencia del vacío, la intransigencia contra cualquier arremetida de la valoración y la cultura como signos autoimpuestos. Hay filósofos occidentales que me han ayudado a comprender las visiones de Hijikata. Cuando Spinoza nos dice que toda afección (imágenes, ideas) produce en la duración un afecto, una potencia de acción, ilumina lo que en Butoh implica una transformación, un devenir. El devenir es aquello que posibilita la danza. En ese sentido, las imágenes son precisas y anclaje de la transformación; toda imagen ya es producción, porque refleja una intuición y “dejar hablar al cuerpo por sí mismo” quiere decir seguir el trayecto de las fuerzas que se revelan en la presencia. Así el cuerpo es trayecto de sensaciones en tanto flujos, intensidades.Bajo esa óptica, la relación con el espacio y el tiempo, cobran una dimensión muy particular. Se ha dicho que el butoh es una danza del no movimiento. Esto es cierto en el sentido que no hay un deseo de moverse, sino que se es movido, bailar es volverse al decir de Von Kleist una “marioneta espiritual”. Nuestro inconsciente se vuelve conciencia del cuerpo, quiero decir, el inconsciente es la conciencia que el cuerpo produce bailando. Cuando decimos que Butoh es presencia total, estamos hablando de esto, de una máxima conciencia de cada movimiento del espíritu en el cuerpo.

La espacialidad entonces tiene más lugar como paisaje corporal, y el desplazamiento en el espacio es una prolongación de las intensidades que se despliegan, más que una necesidad de extenderse, de “ir hacia”.En el Butoh se puede ver una concepción del tiempo y el espacio que nos remontan al teatro Nô y también a la cosmovisión japonesa.

Zea-mi, maestro y teórico del Nô, nos ha dejado el legado de “mover el cuerpo un 70 porciento en el tiempo, y un 30 porciento en el espacio”. Qué quiere decir esto… La intensidad de la danza se despliega más en el tiempo que en el espacio, por eso en el Butoh la energía es retenida fuertemente en el cuerpo y el tiempo se muestra como duración, como aparición de la eternidad en el movimiento presente.Tiempo y espacio se pueden designar en japonés con la palabra Ma. Ma es el intervalo, lo que está “entre”. Míticamente, Ma es el lugar cercado por unos pilotes, el lugar vacío adonde pueden bajar los kamis, los espíritus. Todo vacío puede ser habitado por un espíritu. Toda presencia es un intervalo singular, y al revés, todo espíritu es aparición de un cierto tiempo y espacio. Estamos muy lejos de las categorías kantianas, aunque no tanto de su concepto de aparición y más cerca de las concepciones de tiempo y espacio que tienen los pueblos originarios de América.Estar más que ser, es a mi modo de ver una manera de comprender la forma de la presencia, el tejido que nos reúne con el mundo; No es mi cuerpo -como dice Deleuze- “sino yo en él, cambiando de forma, franqueando umbrales”.

Por ello el Butoh no es expresivo, no hay un deseo de expresar, de transmitir. Se es aquello que se danza, bailo las fuerzas que me componen en el devenir y acepto el acontecimiento de estar vivo, sin esquivar el desgarramiento, la fragilidad, las contradicciones que nos hacen humanos. Esa intransigencia con las formas impuestas, con el deber hacer, construyen un cuerpo des-rotrificado - "La máquina abstracta de rostridad desempeña un papel de respuesta selectiva o de opción: dado un rostro concreto, la máquina juzga si pasa o no pasa, si se ajusta o no se ajusta, según las unidades de rostros elementales", Deleuze-Guattari / Mil Mesetas)-, múltiple en naturalezas: animales, vegetales, cósmicas.

¿Qués es Butoh, le preguntaron una vez a Hijikata? Y él contestó: eros y violencia.

Elijo el Butoh como danza porque confío en el cuerpo como vía de conocimiento, como lugar donde no puedo distraerme con concesiones de mi “conciencia personal”, de “decisiones personales”. En él mi experiencia como bailarina se confronta constantemente con la honestidad del movimiento que surge. Y este es un viaje insondable e infinito. [6]

[6] Texto de Rhea Volij escrito a partir de un cuestionario de Raquel Guido. Publicado en la Revista Kiné N° 84 (octubre 2008).

[ Imágenes Masao Yamamoto ]


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